Un texto revisado y corregido es clave para garantizar que lo que queremos expresar se entienda, aparte de ser la carta de presentación no solo del escritor, sino de cualquiera que desee comunicarse por escrito.
Por esta razón, la contratación de un corrector es habitual en quienes sustentan su reputación en la escritura, así como en empresas o ámbitos laborales donde prima la comunicación, y, aunque la IA ha irrumpido con fuerza en varios sectores que competen a trabajos lingüísticos, el ojo humano y su sensibilidad siguen siendo indispensables a la hora de conectar con los demás.
No obstante, contratar a alguien para que revise y corrija tu manuscrito o tus escritos puede despertar varias dudas. De hecho, teniendo en cuenta el uso de la inteligencia artificial para casi absolutamente todo y la intrusión laboral, es normal que uno se lo piense mucho antes de dar el paso, pues nadie desea pagar por lo que un trabajo no profesional.
Entonces, ¿cómo se identifica a un buen corrector? ¿Cómo vencer al miedo a invertir en ello y no quedar satisfecho? A continuación, ¡te cuento las claves!
1. Comprende que corregir no es reescribir
El objetivo de una corrección es limpiar el texto de modo que respete las normas lingüísticas y sea comprensible para quien lo lee. Ahora bien, existen normas que son interpretables según qué contextos, así como criterios que han de usarse para unificar el discurso. Pero, sin entrar mucho en detalle (que eso daría para otra publicación), un texto corregido será: conciso, coherente y cohesionado.
Así pues, normalmente se habla de dos tipos de correcciones (que engloban otros tipos que el corrector puede especificar). La corrección ortotipográfica incluye la revisión y corrección de la ortografía, así como la tipográfia (el formato del texto), aunque no hay que confundirla con la maquetación.
Por su parte, la corrección de estilo suele englobar la corrección léxico-semántica, además de la gramática y la sintaxis. Es decir, es la encargada de asegurarse de que se usan los términos correctos, enriquecer léxicamente el discurso, reformular una oración que no se entiende…
Ambas correcciones trabajan sobre el texto que ha proporcionado el autor, pero no lo cambian hasta el punto de transformarlo en algo completamente diferente al original. Cuando eso sucede, se llama reescritura, y un buen corrector no reescribirá, es decir, no imprimirá su sello personal en un texto que no es suyo, no convertirá un discurso sencillo en uno elaborado y complejo. A no ser, claro, que se le contrate para ello.
Si cuando pidas una prueba de corrección, el texto que diste se ha reescrito. ¡Huye!
2. Cuando contactes a un corrector, fíjate en los siguientes puntos
1. Preparación y experiencia
Infórmate sobre su preparación, es decir, pregunta por su formación, experiencia y pídele referencias.
¡Ojo! Si es un corrector que está comenzando, no te olvides de pedirle que te revise y corrija una muestra de tres o cuatro páginas. Con ello, te asegurarás de ver cómo trabaja y de tener un salvoconducto en el caso de que decidas contratarlo y la obra no se haya revisado y trabajado del mismo modo.
2. Tiempos de trabajo
Revisar y corregir lleva su tiempo, por lo que, dependiendo de la extensión y necesidades del texto, se tardará más o menos.
No confíes en aquellos correctores que entreguen trabajos en tiempos muy breves, porque o no prestan la atención debida a la corrección (con las consecuencias que esto conlleva) o están utilizando IA.
Los tiempos son orientativos, pero, para que te hagas una idea, una novela de 400 páginas no se puede corregir (bien) en una semana.
3. Manera de trabajar
Lo normal es que el corrector te explique de motu proprio cuál es su forma de trabajar, pero, si no lo hace, pídele que te informe y te explique cómo es su metodología.
Lo ideal es que autor y corrector trabajen de forma conjunta, con una comunicación fluida y que el primero participe en la revisión.
Eso sí, es importante recordar que para que una obra quede sin ninguna errata debería pasar por las revisiones de varias personas cada cierto tiempo, y aun así, es complicado lograrlo. Por tanto, uno tiene que saber diferenciar entre lo que son «errores aceptables» y lo que no.
4. Asesoramiento y enseñanza
Un buen corrector siempre responderá tus dudas y no debe mostrar inconvenientes para justificar sus correcciones (con argumentos), si el cliente le pregunta. «Porque se pone así» no es una respuesta válida.
Además, estará dispuesto a enseñarte, ya que, cuanto mejor escriba un cliente, más sencillo será su trabajo.
5. Relación calidad-precio
No te dejes llevar por la tentación de las correcciones low cost. Revisar y corregir es un trabajo que lleva tiempo, disciplina y para el que se necesita formación. Por tanto, es ilógico que alguien dispuesto a implicarse e invertir horas en tu texto vaya a cobrar precios muy bajos.
Un precio bajo significa:
a) Que no se pagan impuestos, es decir, se ejerce competencia desleal sobre quienes sí lo hacen como tú y se les obstaculiza ganarse la vida de forma honrada con su formación y conocimientos. Además, no te ofrecerán factura y no podrás reclamar si su trabajo es deficiente.
b) Que el corrector es de otro país, lo cual puede traducirse en una corrección deficiente o extraña para tus lectores objetivos, al no conocer tu jerga, cultura o variedad lingüística (y no te engañes, alguien que no tiene formación en esta disciplina no es consciente de ello).
c) Que utiliza IA o solo la función de editor de los procesadores de texto. Ambas son una estafa, aunque si usan IA te arriesgas a que hayan introducido tu texto en ella y, a cambio de la «corrección», los datos de tu estilo, el argumento, personajes y demás la hayan alimentado.
En resumen, un precio bajo, a medio-largo plazo (o incluso corto), puede salir caro. La mayoría de los correctores te ofrecerán facilidades de pago, así que investiga, pregunta, infórmate.
¡No te dejes engañar! Si un lector critica a alguien por un libro mal escrito, no será al corrector, tenlo por seguro.
3. Consejos para tener en cuenta
- Si quieres trabajar con un corrector en particular, no renuncies a él por el precio, antes de saber si ofrece facilidades en los pagos. ¡Muchos lo hacemos! ¡Solo tienes que preguntar!
- Un corrector que no sabe expresarse bien o que comete faltas de ortografía de forma habitual en redes sociales (o sea, que ya no son cuestión de un dedazo en el móvil) no es una opción que tener en cuenta.
- Si no hay factura, no podrás quejarte de un mal servicio.
- Un corrector puede cometer errores, ¡y no pasa nada! Siempre y cuando no se convierta en algo frecuente. Así, ten en cuenta que lo que diferencia a un buen profesional es que sepa reconocerlo y trabaje codo con codo con su autor para lograr un trabajo satisfactorio e impecable.
¡Espero que este artículo sobre qué esperar de un corrector te sea de utilidad! No olvides que lo más importante es informarte, valorar las opciones y tener en cuenta todo lo que has aprendido hoy.
Asimismo, si has leído esta publicación porque estás pensando contratar a un corrector o estás buscando uno, aprovecho para comentarte que puedes contactarme través del formulario que te dejaré a continuación para informarte de mis servicios de revisión y corrección sin compromiso.
¡Un saludo y felices letras!
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