
Todos los años hacía lo mismo. Junto con otros niños, salía a recoger caramelos. Su calabaza no era de plástico, pero no importaba, era lo suficientemente grande para guardar una gran cantidad de chucherías.
Aunque, si lo pensaba bien, los dulces no eran lo más importante. A él lo que le gustaba era pasear por las calles, ver al resto de niños e intentar adivinar de qué se habían disfrazado. No era muy hablador, porque en realidad nunca sabía muy bien qué decir, pero solía llamar la atención por su disfraz.
El Halloween de aquel año fue especial, no sabía por qué, pero parecía que a todos les había dado por disfrazarse de lo mismo. Harapientos, con la carne caída por el rostro, algunos llenos de sangre y todos emitiendo ruidos guturales. Se preguntó por qué hacían esos sonidos tan ridículos y, como cada año, siguió el río de niños por las calles. Esa noche, reflexionó, había sido en la que más fotos se había hecho. Todos querían fotografiarse con él, su disfraz era el mejor de todos.
Llegó el alba y, con él, la hora de volver a casa. Cargó su vieja calabaza repleta de golosinas y caminó y caminó hasta salir del pueblo. Observó con cuidado que nadie estuviese mirando y se adentró en el camposanto. Una vez allí, paseando con parsimonia, se detuvo delante de una lápida cuya tierra se encontraba removida y se sentó al lado.
«Ha sido divertido», pensó, y arrojó todos los caramelos, que no podía comer, a un lado. El sueño lo alcanzó y, cuando no pudo más, se deslizó hacia el hueco terroso para dormir hasta el año siguiente.
En una de las casas del pueblo, un joven enseñaba entusiasmado a su familia las fotos que se había hecho ese Halloween en el que la moda había sido ir disfrazado de zombi. Sin embargo, la cara de su madre se desencajó cuando, en una de ellas, lo vio junto al mismo niño, con el mismo disfraz, que hacía cuarenta años le había regalado dulces de una misma y vieja calabaza.
©2020, Verónica Monroy
Microrrelato de terror que escribí en 2020 y que publiqué junto con otros en mi antología Cuentos de Tinieblas.
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