¡Oh, Frankenstein, no seas justo con todos para pisotearme solo a mí, a quien más debes justicia, e incluso misericordia y afecto! Recuerda que soy tu criatura; debería ser tu Adán, aunque soy más bien el ángel caído, al que destierras de la dicha sin que haya cometido falta alguna. Veo por todas partes la felicidad, y solo yo estoy excluido de ella irrevocablemente!
Fragmento de Frankenstein, Mary Shelley.

Frankenstein y su monstruo han sido y son dos de las figuras más reconocibles e identificables en la cultura pop. La obra de Mary Shelley, sin duda, ha tenido una gran influencia en obras posteriores y el cine, aunque, en particular, nunca me había llamado la atención. Quizá la trama versada en la creación y resurrección de una criatura hecha a partir de restos no es que fuera algo que me atrajera.
Sin embargo, echando un vistazo a la colección de Maestros del Fantástico de RBA, porque me apetecía leer algún clásico de la fantasía o el terror, decidí darle una oportunidad al libro. Total, muchas veces lo que se ve representado en el cine no es del todo fiel a la obra original, como ya se ha visto en otras ocasiones (me viene el Dr. Jekyll y Mr. Hyde a la mente, por ejemplo), así que me dije ¿por qué no?
Desde ya he de aclarar que, sin desmerecer su valor literario, no me ha gustado, pero vamos a ver de qué trata y, después, a comentar los porqués.
¿De qué trata?
La novela de Frankenstein nos cuenta la historia, narrada como testimonio propio, de Víctor Frankenstein, un joven científico muy prometedor que, en su enajenación por la ciencia, crea y da vida a un ser a partir de restos cadavéricos. Este hecho cambiará su vida por completo y la sumirá en una absoluta desgracia, porque «su criatura» tendrá necesidades que él no puede ni está dispuesto a cubrir, lo que causará a su vez un hondo sentimiento de venganza del monstruo hacia su creador.

Dicho esto, la obra no comienza con el testimonio de Frankenstein, sino con unas cartas que envía Robert Walton, un hombre que se ha embarcado en un viaje hacia el Polo Norte con ilusiones de hacer nuevos descubrimientos, a su hermana Margaret. En ellas, se nos cuenta cómo fue el encuentro con Víctor Frankenstein y dan paso a su testimonio (el grueso de la historia), para retomarlas después y narrarnos qué ocurre al final en el barco.
Es una obra en la que se trata, fundamentalmente, las consecuencias de la ambición del hombre. Los peligros de la ciencia frente a la importancia del amor y la familia, así como la soledad, los prejuicios, la volubilidad de los sentimientos y los orígenes del mal.
Estilo narrativo, ambientación y personajes
Pasando ya al estilo, en este punto se encuentra lo que más me gusta y, a la vez, una de las razones por las que se me ha hecho una lectura tediosa. Personalmente, me gustan las descripciones, las considero imprescindibles a la hora de desarrollar una buena ambientación, pero en esta obra, aparte de que son muy extensas (y cuando digo muy extensas me refiero a que hay muchas y muy largas), son hiperbólicas. En sí, casi todo en este libro es hiperbólico (entiéndase, exagerado). La calidad narrativa es incuestionable, el uso del léxico, la construcción de oraciones. Vamos, que da gusto leer un estilo narrativo tan pulido (méritos también para la traducción, por supuesto), pero se extiende tanto para describirte los paisajes, los viajes, lo que sienten los personajes, que llega un momento que resulta soporífero y te hace preguntarte cuándo va a comenzar la acción.
Aunque mi mayor problema con este libro ha sido, como digo, la exageración.

Esta exageración se puede ver en las descripciones, sí, pero donde estalla en su máximo potencial es en las intervenciones de los personajes y en la propia narración de Frankenstein sobre él. Tanto Walton (el que escribe las cartas), como Víctor, como el monstruo se expresan de forma dramática. Metáforas por aquí, metáforas por allá… símiles y comparaciones por doquier, exclamaciones y preguntas retóricas… por no hablar de la incongruencia de sus acciones.
Puede que sea una obra de culto, pero hay que entender que, aun así, no está exenta de fallos e incoherencias, y no pasa nada por resaltarlos, con todo el respeto que se merece, por supuesto. Estos se ven con claridad en los personajes. Primero, en Víctor, que sabiendo que hay un monstruo que le ha jurado venganza (sin entrar en spoilers, por si queréis leerla o aún no lo habéis hecho), actúa como un negligente (sin contarle a nadie que hay un ser que amenaza a los que está a su alrededor, viajando, haciendo justo lo que ya se le ha avisado que desencadenará ciertos hechos… y eso sí, muy triste, siempre se siente triste el pobre amargado).
Después, la criatura. Un ser del que sabremos que aprende a hablar en un lapso de unos dos años, y no precisamente de la mano de eruditos, y que habla y se expresa y sabe lo mismo que su creador, un científico prometedor y versado en filosofía (ahí es nada). Por no mencionar también su justificación («me obligas a ser malo»), que entiendo que es el recurso que utiliza la autora para hablarnos de temas como la soledad, la necesidad de afecto, la compasión y cómo es la sociedad la verdadera causante y creadora de monstruos. Y sí, yo puedo entender, comprendo lo que se me quiere decir, pero la manera es tan exagerada y forzada que no se siente natural.

Un ejemplo claro de esto es Elizabeth, cuya amiga (amiga de la familia también) es condenada y ejecutada de forma injusta, pero ella, en su «bondad e infinita tristeza», está alegre porque sabe que es inocente y no cometió el crimen del que se le acusa. O sea, que la van a ajusticiar siendo inocente, pero ella está tranquila, porque al menos no tuvo una amiga criminal. ¿Perdón?
Y así otras tantas situaciones similares, pero que deberéis descubrir vosotros leyendo el libro, porque tampoco es plan de que os las cuente yo todas ja, ja, ja.
¿Qué es lo que más me ha gustado?
Como está escrito, sin duda. Y, bueno, en mi caso particular, la edición que tengo, con las ilustraciones que contiene y la portada del libro en sí, que es una pasada.
¿Qué es lo que menos?
Como ya he dicho, el exceso de descripciones, así como las exageraciones y las incoherencias de sus personajes han conseguido que me aburriera bastante su lectura y me costara terminarlo.
Conclusión
Frankenstein, de Mary Shelley, se ha ganado su popularidad y ser una obra de culto por méritos propios. Su temática, la del nuevo Prometeo, así como sus consideraciones sobre la ciencia y sus reflexiones sobre los actos y sus consecuencias bien merecen su reconocimiento. No obstante, en mi caso particular, me ha decepcionado bastante. Puede que me esperara algo más de terror, puede que me esperara otro tipo de historia, no lo sé, pero lo que no me esperaba era lo que ha sido.
Por tanto, ¿recomendable? Pues, aunque a mí no me haya gustado, no deja de ser un clásico, así que siempre será recomendable para quienes quieran aumentar su culturilla general. Además, si te gustan los estilos narrativos más «poéticos» y no te molestan las descripciones largas o las expresiones altisonantes, adelante, léelo y conócelo. Por el contrario, si te cuesta leer lo que he mencionado antes, no tienes paciencia y eres quisquilloso con los personajes, pues quizá sea mejor que leas un resumen. Aunque claro, nunca será igual a leerlo.
Y hasta aquí mi reseña de Frankenstein, espero que te haya resultado interesante ya sea que estés de acuerdo o en total desacuerdo conmigo. Coméntame ahora tú si has leído este libro, qué te ha parecido y si se te hizo tan aburrido (o no) como a mí. Por lo demás, siéntete libre de compartir esta reseña en tus redes sociales si te ha gustado y dale amorcito del bueno.
¡Nos leemos!

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Hola, yo creo que hay q leer la historia, sin esperar ninguna acción! Es y me ha parecido una historia maravillosa y lo lei cuando tenía 27 o 28 años y me encantó y adore a ese monstruo y su narrativa a mi me conmovió!! Para nada de acuerdo con narrativa extensas, no! Y no es de terror ni yo lo esperaba así! Es conmovedora y a mi me atrapó
saludos
Nuria
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¡Muchas gracias por tu comentario! Me alegra que a ti te gustara 💜.
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